Un buen día para Cecilio

A Cecilio no le gustan los días de lluvia. Su madre siempre le ha dicho que los días que llora el cielo es mejor no salir de casa. Esos días son tristes porque no puede hacer lo que más le gusta.

Los días despejados, incluso con frío, Cecilio se engalana para salir. Plancha su camisa minuciosamente; empieza con el cuello y sigue con los puños, todo un ritual que está medido en cantidad de pasadas por su cabeza. Evita siempre los números pares. La plancha se desliza por la prenda de tres a cinco veces, nunca dos o cuatro.

Cecilio está casi preparado y anuda con lazos los cordones de sus zapatos. Desde el ascensor revisa llevar todo en sus bolsillos: un peine pequeño sujeto con una goma a su cartera, un pañuelo de algodón y tres caramelos de menta. Nunca lleva dinero; a las 21:33 horas volverá a casa a cenar.

Hace un día fantástico, un poco de frío, pero el sol calentará la estancia. Cecilio llega a su bordillo en el paseo del parque. Siempre el mismo bordillo. Como van escalonados, él prefiere la parte más alta para que le bailen los pies, esto le genera una agradable sensación de ingravidez.

Hace dos días volvió a ver pasar a Carmen del brazo de su marido. A Cecilio le gusta verla, observarla y admirarla, como ha hecho desde pequeño. Carmen siempre lo mira y le sonríe, a lo que Cecilio responde bajando la mirada pudoroso.

Hoy Cecilio sabe que es improbable ver pasar a Carmen, los martes nunca la ve. Los miércoles, viernes y domingo sí son días especiales. Sobre todo los viernes, porque Carmen pasea sola. Ese día ella siempre va más arreglada, recoge su pelo negro con un moño bajo y pinta sus labios con un rojo algo apagado. Algunos viernes Carmen se acerca a saludarle y le pregunta por su madre y Cecilio apenas acierta a responder, solo da las gracias y le desea una feliz noche.

Son las 21:14 horas, no hay tiempo que perder. Cecilio da un pequeño salto para incorporarse y se dispone a volver a casa, está todo calculado, si no surge un imprevisto llegará a casa a las 21:33 horas, como siempre. Dejará sus zapatos en la galería y preguntará qué hay de cenar a su madre.

Mañana es miércoles, mañana es un buen día para Cecilio.

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