No es curiosa, ni rara, mi admiración, devoción y fetichismo por el mundo Playmobil. Lo que es ciertamente curioso, es que hasta hoy no había sentido el impulso de indagar en profundidad en el origen de estas maravillosas figuras de plástico que han acompañado mi vida desde mi más tierna infancia. Los Playmobil nacieron en Alemania, en una empresa cuyo nombre no sería capaz de pronunciar, el grupo Brandstäter. Curiosidades de la vida, este grupo empresarial fabricaba los famosos hula hoop, además de otros juguetes. En 1971 la empresa decide apostar por crear unos coches de juguete algo más pequeños de los que estaban acostumbrados a fabricar, también pensaron en la importancia de añadir unos muñecos de plástico a modo de personalizar los vehículos. Esta decisión, de la que doy gracias, cambió la vida de la empresa y me hizo feliz a mí y a muchísimas personas que como yo, amamos los playmobil. La figura que crearon terminó absorbiendo la idea inicial de los coches. En 1974 se presentaron al mundo los Playmobil. Ni que decir tiene que fue un gran éxito. Así fue el pistoletazo de salida de lo que se convirtió en la década de finales de los setenta, la década de los ochenta y hasta la actualidad en el juguete preferido por niños e infinidad de mayores. Otro día intentaré definir mayores, ¡qué miedo! En 1982, un año estrechamente ligado a la figura de Naranjito, no tanto a la actuación de la selección en ese mundial, nacían para mí los Playmobil. Y fue concretamente acabando este maravilloso año en el que ET el extraterrestre batía éxitos de taquilla.
Una fría navidad de esta llanura manchega, me disponía a elegir unos regalos que posteriormente dejarían en casa los, poco tiempo después, fraudulentos Reyes de Oriente, cuando vi mi primer muñeco con cara redonda, ojos con dos puntos y flequillo como el filo de un serrucho. Hubo un antes y un después, ni los tirones de mi padre del brazo derecho, indicando un súper helicóptero con mando a distancia, ni los tirones de mi madre del brazo izquierdo señalando, a su parecer, algo más productivo, como era un estuche de seis plantas, con colores que no encontraríamos en las pantoneras más completas, me hicieron dudar de mi objetivo fijado. Yo quería esos muñecos sorprendentes, esos indios, con sus caballos, el perrito, sus cabañas… ¡Había hasta peces! Ya no había vuelta atrás el regalo por excelencia en cumpleaños, Reyes, Papá Noel, entonces tampoco se estilaba tanto este señor, era el universo Playmobil. En la actualidad continua el goteo de pequeñas adquisiciones indispensables a mi parecer, y es que la Pirámide de Playmobil, con Cleopatra, algún Faraón, los guardianes de los sarcófagos sagrados, etc… no podían sino llenar mi estancia de color, vida y una sana nostalgia… Siempre me gustaron los Playmobil que rememoran épocas pasadas, la antigua Roma, los caballeros de la Edad Media, los Piratas. Es gracioso, en mis cumpleaños de la treintena, sigue cayendo siempre una figura de plástico de las que creo Hans Beck, jefe de desarrollo de la impronunciable empresa Alemana. ¡Que fuerte! este hombre se le puede considerar como el padre de una saga ilimitada de figurillas eternas y fantásticas.
Podemos hablar tantas cosas de los Click, nombre que le puso la empresa distribuidora de los Playmobil en España, Famosa. Esta empresa denomino Famobil como marca para distribuir las famosas figuras. Entre los coleccionistas más puristas son muy apreciadas las figurillas realizadas por la marca Famobil debido a que tienen una calidad muy similar a los Playmobil alemanes y también porque se vendieron únicamente en España.
Para terminar sólo deciros que la imagen que acompaña a este articulo, es un collage de algunos de los Click de mi siempre incompleta colección.