10:24 PM, Madrid. El pistoletazo de salida lo maraca el estrenduoso ruido de la puerta del baño en el piso de General Oraa. Mis ojos se abren y visualizó claramente cual es mi línea e meta. Alcalá 31. Con tres portazos, dos de pruebas fallidas, me dispongo a rastrear las calles que me lleven a mi Oz particular. En mis sandalias veraniegas aún quedan vestigios de una mezcla entre salitre y purpurina provenientes de la jarana vivida la pasada noche. Parafraseando la archiconocida canción de Putilatex, me sentía toda una moderna, bajando Serrano, subiendo Velázquez hasta encontrar la calle Alcalá. Media hora mas tarde, sumando el desayuno de tostada y zumo de naranja, tres cuartos de hora mas tarde, llego a la galería Alcalá 31, una cola de un puñao de metros me vaticina espera, acompañada de un sol de justicia y unas jóvenes gallegas que hablan de sus cosas delante. Ya estoy dentro. Annie Leibovitz. Historia de una fotógrafa. Lo demás lo cuento en imágenes.
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